miércoles, 13 de febrero de 2013

Procrastinación: La enemiga del éxito (II)

En el post anterior hablamos de las ideas irracionales clásicas por las cuales se produce la procrastinación (el hábito de postponer las cosas que nos resultan complicadas de hacer o poco agradables). En este nos centraremos en algunos de los mecanismos de "resistencia" al cambio y algunas pistas sobre cómo resolverla.

Mecanismos de resistencia al cambio:
  • Racionalización: razonamientos para justificar que no se vaya a hacer ese "algo" ahora. "Puedo seguir mañana", "si descanso un rato luego seguiré mejor", etc... Con todo el abanico de ideas que se le puedan ocurrir a cada cual según su nivel de creatividad. ¿El efecto? A corto plazo: disminuye su ansiedad. Un rato después: regresa la culpa (y con ella el malestar). El efecto de esa culpa al final no compensa y, además, acaba siendo un obstáculo para disfrutar de los ratos dedicados al placer.
    • Otra manera algo más sutil de racionalizar es admitir que está posponiendo ese algo, hacer una broma y al "caer bien" conseguir que no les presionen y cambiar de tema.

  • Impulsividad: viene de la poca tolerancia a la frustración. De no ser capaz de enfrentarse a que las cosas puedan salir mal o al esfuerzo y constancia necesarias para conseguirlo. Así se alternan periodos en los que se "rinden" para conseguir lo que quieren con periodos en los que invierten mucha energía de golpe pretendiendo conseguir los resultados "enseguida". Al no haber un trabajo continuado detrás con frecuencia no lo consiguen y usan eso como justificación para no intentarlo de nuevo.

  • Huída: este mecanismo se basa en creencias en "lo mágico". Eso no quiere decir que crean en hadas y duendes pero sí que, de algún modo, esperan que las cosas "caigan del cielo" por sí solas. Esperan una señal o al "destino" o creen que pueden conseguir eso que quieren fácil, rápido y sin esfuerzo. Como escribir un libro en dos días o ser grandes empresarios de la noche a la mañana. Mientras tanto, no hacen nada en el sentido de trabajar en sus metas sino que se dedican a hacer todo tipo de actividades alternativas y entretenidas. Estas fantasías se convierten en problema cuando son un escudo defensivo y no tienen utilidad práctica.
Otras causas pueden ser:
  • El exceso de autoconfianza: esto es bastante frecuente en las personas que son muy hábiles o inteligentes. Se han acostumbrado a terminar tareas que se consideran difíciles en muy poquito tiempo, con poco esfuerzo y, además, a hacerlo bien. Cuando eso ocurre las personas de su entorno les premian. Pero cuando aumenta el nivel de exigencia y "hacerlo a última hora" deja de ser una opción, es cuando empiezan los problemas.
  • La "mente voladora": igual que hay personas a las que les sale natural "hacer" más que pensar, hay personas con tendencia a generar ideas más que a llevarlas a cabo. Llevado al extremo lo que tenemos son personas muy creativas (tienen multitud de ideas y proyectos interesantes en mente), que saltan de idea en idea tanto que al final todo el tiempo se dedica a eso. Al final no hacen, sólo imaginan y el mundo se pierde toda esa creatividad.
¡¡Soluciones!!
Las hay. A pesar de todo, las hay. La primera fase ya la vimos (ideas irracionales: ¿qué pienso cuando me siento mal o empiezo a postponer?). Mirar dentro de uno mismo y descubrir el mecanismo.

La siguiente, son consejillos prácticos que pueden servir:
  • Duplicar o triplicar el tiempo que se cree que necesita para esa tarea. Esto va especialmente por los del "exceso de autoconfianza" que tienden a irse al extremo opuesto. Si se termina antes de ese tiempo, ¡genial! Pero, en cualquier caso, dará tiempo de terminarlo y se ahorrará el estrés tan intenso de luchar contra el reloj.
  • Trabajar conjuntamente con gente de mentalidad ejecutiva (se les da bien actuar y llevar las cosas al mundo terrenal). Especialmente para las "mentes voladoras". Es una gran combinación porque mientras la mente creativa genera ideas a la otra persona (mente ejecutiva) se le ocurre como llevarlas a cabo. Esto es especialmente útil en los grupos de trabajo.
  • Empezar ahora. Aunque sentirse inspirado es agradable y da energías, en el largo plazo no es práctico. Al final es el trabajo continuado lo que resuelve el problema. Y, además, ¡una cosa menos en la que pensar!
  • Autorreforzamiento. Crear un sistema de premios y castigos. "Cuando haga esto me voy de vacaciones" (algo que le haga ilusión -no todos los premios exigen tampoco gastarse dinero-). En cuanto a los castigos, son especialmente útiles si son mucho más desagradables que la tarea a realizar. Pueden usar sólo premios o solo castigos o ambos.
  • Recordatorios. Esa frase (o frases) que para tí funciona y te ayuda a centrarte la puedes escribir por ahí en post-its o incluso en tu mano. "Haciéndolo es como acaba hecho", "mañana no será más fácil"; "en vez de todo o nada"... o incluso una marquita a bolígrafo en tu dedo. Solo se trata de recordarlo para empezar a actuar.
  • La imperfección como parte del proceso. Hacerlo, aunque salga regular e irlo mejorando o "puliendo" poco a poco. El objetivo deja de ser hacerlo perfecto a simplemente hacerlo. Y luego modificarlo cuantas veces se quiera para que se convierta en su versión mejorada.
  • 10 cosas que puedes hacer para neutralizar los efectos de la procrastinación (picar)

 Günter Grass, premio Nobel de Literatura por
su novela "El tambor de hojalata" empezó con
apenas 20 años siendo tercer premio en un
concurso de poesía de una revista local.

Poco más puedo decir al respecto ya que en la web www.procrastinación.org está toda la información que pueden necesitar y más. Propone soluciones creativas y explica muy bien en qué consiste y sus orígenes. Además de estar en formato blog con lo que la web sigue creciendo día a día con artículos muy interesantes sobre este tema :)

Bye bye!

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